Acqualagna – El territorio
Capital de la trufa
Entre Romaña, Umbría y Toscana, cerca de Urbino, ciudad símbolo de la época renacentista italiana (actualmente declarada por la UNESCO como Patrimonio Mundial), situada entre los valles de los Apeninos y la sugestiva Garganta del Furlo (reserva nacional y uno de los parques naturalísticos más atractivos de Italia), el pequeño pueblo de Acqualagna representa la patria de la trufa blanca (Tuber magnatum Pico). Acqualagna es portadora de una tradición plurisecular por lo que concierne la búsqueda, la producción y el comercio de la trufa. Gracias a las características edafoclimáticas, este pueblo ha adquirido fama mundial relacionada con la producción no solo de la prestigiosa trufa blanca de Acqualagna (Tuber magnatum Pico), sino que también de las otras variedades de trufa. De hecho, según la estación es posible degustar diferentes especies de este tubérculo: por esta razón se suele llamar a Acqualagna la “Capital de la Trufa”. Desde hace más de 50 años Acqualagna acoge con orgullo la Feria Nacional de la Trufa Blanca, una entre las más prestigiosas kermesse en el sector, que suele tener lugar entre finales de octubre y los primeros días de noviembre, temporada en la que la trufa blanca llega a un nivel de madurez y calidad perfecto.
Empresa
Nuestra consigna: ¡Calidad!
Bernardini Tartufi es una empresa joven pero con mucha experiencia y ganas de crecer, motivada por el hecho de que la trufa sea uno de los productos màs extraordinarios que el territorio puede ofrecer. Además de la trufa fresca de temporada, Bernardini Tartufi propone a sus clientes una selección de productos de alta calidad, realizados con la máxima atención y cura, tanto en la fase de realización como en la elección de los ingredientes y de las materias primas. La experiencia veinteñal de Cristina y Simona, junto con las modernas instalaciones productivas, garantiza el justo equilibrio entre el “hecho en casa” y aquel toque de modernidad y azar, que no viene nada mal. Todo esto sin renunciar a la originalidad y al cuidado de sus clientes, siempre más refinados, curiosos y en continua búsqueda de novedades. El ciclo de producción está enteramente controlado para poder proporcionar informaciones detalladas sobre todas las etapas de elaboración del producto, garantizando al consumidor altos niveles de seguridad, transparencia y fiabilidad.
La familia
Un bagaje cultural
Desde pequeñas el abuelo Tino, llamado Lambrusco, nos ha criado con historias sobre su vida, pasada en los bosques de los Apeninos. Su padre Gigi se había quedado herido en las Alpes, durante la primera guerra mundial y cuando tuvo que volver a casa, el abuelo Tino tuvo que aprender, rápidamente y por necesidad, el trabajo de trufero. Nos contaba de como, en los años ‘40 se iba por los bosques de Umbría, Toscana y de las Marcas, durmiendo en las casas de los campesinos, a veces en los establos para los animales, y el domingo se dirigía a la plaza de Acqualagna, donde lo esperaban los comerciantes del Norte de Italia, deseosos de comprar las trufas que él había recogido. No obstante su trabajo de minero, en los años siguientes abuelo Lambrusco se compró una Vespa y, llevándose a su fiable perro, seguía buscando trufas solo por la noche para poder ir al trabajo el día siguiente. Lo que había empezado como una necesidad, poco a poco, como para los buscadores de oro, se convirtió en fiebre. Esta pasión se transmitió a Maurizio que, antes como buscador y después como empresario, hace de este tubérculo su actividad principal y su negocio. Al comienzo de los años ‘90 Maurizio constituye su empresa, en la cual nosotras, Cristina y Simona,, una vez acabados los estudios, hemos empezado a trabajar activamente. Después de 20 años de experiencia hemos decidido seguir las huellas de nuestra familia y crear nuestra propia empresa, Bernardini Tartufi. La historia de nuestra familia es un verdadero bagaje cultural, algo que siempre ha estado allí, aún antes de que naciéramos, y sería un placer para nosotros poderlo compartir con vosotros.